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Las pesadillas del software privativo

Jueves, 30 de octubre de 2025  |  Victorhck in the free world

Las historias más escalofriantes del software privativo acechan en cada época del año. Ese acoso constante es el que las hace todavía más aterradoras

Imagen: Oskar Smethurst

Aunque las monstruosidades escalofriantes de la larga y oscura noche de Walpurgis sean en su mayoría imaginarias, las siniestras amenazas de los proveedores de software privativo depredador siguen siendo demasiado reales.

¡Pero no temáis! La comunidad KDE, se encargarán de ahuyentar a esos seres malignos y proteger a nuestros amigos, familiares, empresa y comunidad de todas las aplicaciones y servicios privativos inquietantes e insidiosos que acechan nuestras computadoras, teléfonos y electrodomésticos.

¡Pero no pueden hacerlo solos! Necesitamos tu ayuda para librar esta batalla contra los fantasmas tecnológicos. Realiza un donativo de cualquier cantidad a su campaña de recaudación de fondos y ayudemosles a mantener a raya a las fuerzas oscuras.

Mientras tanto, disfrutemos (o suframos) con un par de nuevas historias que nos provocarán ansiedad y reflexionen sobre las lecciones que nos enseñan. Aprendamos de ellas, porque para los protagonistas, ya era demasiado tarde…

La noche de las camas vivientes

Una epidemia de tortícolis, lumbalgia y dolor de hombros fue la primera señal de que algo andaba muy mal.

Luego, Charles, nuestro querido vecino de 80 años, postrado en cama, murió doblado por la mitad «¡Como un taco!», lamentó desconsolada su viuda. Nadie podía comprender cómo su cuerpo artrítico había logrado adoptar semejante forma.

Cuando la pareja de tres casas más abajo murió asfixiada mientras dormía, la historia dio un giro aún más extraño. Las empleadas de la limpieza los encontraron con tela acolchada y espuma viscoelástica introducidas en sus gargantas.

🎃 Haz clic para revelar la dramática historia detrás de estos espeluznantes sucesos 🎃

Es la segunda semana y ya no nos atrevemos a subir. Oímos cómo «ellos» hacen ruido arriba, intentando salir. Por ahora estamos a salvo en la planta baja, ya que todavía no dominan los pomos de las puertas ni las escaleras.

Salir de casa para escapar no es una opción. Observamos horrorizados desde la ventana de la cocina cómo un pobre incauto lo intentaba. Corrió hacia su coche, pero una enorme cama California King, sorprendentemente ágil para su tamaño, lo alcanzó. La gigantesca losa grisácea le cayó encima, aplastándolo como a un insecto.

Otros aparatos se están sumando. La última vez que probamos el filtro de agua inteligente, nos dio una mezcla tan asquerosa que nos hemos visto obligados a beber directamente del grifo.

¡Qué horror!

No podemos confiar en nada electrónico. La televisión nos mantiene confundidos con noticias falsas: ¿algo sobre la demolición de la Casa Blanca? Obviamente, se trata de IA; así que no tenemos ni idea de si es un fenómeno global o si solo afecta al microverso de nuestra tranquila calle sin salida en las afueras.

Estoy escribiendo estas memorias en la encimera de la cocina con un cuchillo, ya que el iPad ya estaba conspirando contra la humanidad incluso antes de que lo sacáramos de la caja. En resumen, si alguien lee esto, espero que sirva de advertencia a las futuras generaciones, menos ingenuas.

Sea quien sea, escuche atentamente mi advertencia: ¡Por nada del mundo se le ocurra comprar una cama conectada a la nube de AWS!


El software de KDE funciona de manera local en tu equipo, directamente en tu ordenador, sin conectarse a ningún servicio en línea a menos que tú lo decidas. No tendrás que crear una cuenta para usar Krita; KDE Connect conecta todos tus dispositivos ÚNICAMENTE en tu red local doméstica o de trabajo, sin conectarse nunca a Internet; Kdenlive solo descargará recursos cuando se lo pidas explícitamente. Con KDE, todo tu software está bajo tu control absoluto y no recibirá órdenes de servidores en línea.

Al donar a KDE, garantizas que esa comunidad de software libre pueda seguir ofreciéndote aplicaciones y entornos que te permiten mantener el control, proteger tu privacidad y evitar que te causen problemas mientras duermes.

El color de los residuos

Caminando por el denso bosque, uno llega al Páramo Estéril de forma gradual. Rodeado de helechos, bajo la sombra de árboles de veinte metros de altura, apenas se percata de que, a partir de cierto punto, la maleza comienza a volverse más escasa.

Pero si uno se adentra lo suficiente en el páramo, lo nota. Pronto, no hay vegetación alguna bajo los pies. Los pocos árboles, con hojas amarillas y escasas, yacen a ras del suelo, con los troncos retorcidos y debilitados por la putrefacción.

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Llegué a una aldea. El sendero que seguía se convirtió en un camino fangoso entre chozas destartaladas. Vi a poca gente, pero también estaban demacrados y arrugados, la mayoría solo podía caminar con dos bastones.

Me miraron con recelo y no respondieron a mi saludo. Seguí adelante apresuradamente, llegando pronto al límite norte del páramo.

La vegetación volvía a espesarse cuando divisé una cabaña y a un anciano fumando en pipa en el umbral.

—¿Vienes de la ciudad? —preguntó.

—Sí —respondí—. Es un lugar precioso.

—El sol te debe haber afectado los ojos si piensas eso —rió—. Ven, tómate algo y deja que se te pase el enfado.

Cansado de caminar, la idea de probar un poco de aguardiente casero se volvió más tentadora.

Le pregunté qué había llevado a la zona a un estado tan desolador.

—¿Ves? Cayó un meteorito en la propiedad del viejo Whateley, allá —dijo señalando vagamente hacia donde yo había venido.

Me contó cómo algo se había filtrado en la tierra, envenenando el agua del pozo y luego los cuerpos y las mentes de los habitantes de la granja.

La esposa había sido internada en un psiquiátrico; el hijo andaba suelto, desnudo, por el bosque. Al viejo Whateley lo encontraron vagando por la casa vacía, balbuceando en una lengua extranjera. Como el veneno también le oscureció la piel, la policía lo confundió con un mexicano y lo envió a El Salvador.

—Está creciendo, esa cosa que dejó el meteorito, ¿ves? Se come los árboles, los insectos y las bestias.

Se estremeció.

—¡¿En serio?! —exclamé sin aliento.

—¡Qué va, hombre! Ustedes, los de la ciudad, se creen cualquier chorrada. Hay un vertedero de basura electrónica río arriba. Hace unos años, cuando Windows 11 dejó de funcionar en los ordenadores, tiraron allí cincuenta mil ordenadores viejos. Los arrasaron con excavadoras y todo para que nadie pudiera llevárselos a casa. Cadmio, ¿ves? Esa porquería está en el río, en el aire, por todas partes, y bueno… —Señaló el páramo y se encogió de hombros.

—Aun así —dijo, mientras me rellenaba el vaso—, podría haber sido peor.

—¿Por qué?

—En el pueblo de al lado van a montar un centro de datos de Meta AI —se rió entre dientes—. Estamos jodidos durante una generación, pero esos cabrones están jodidos para siempre.

Me abstuve de decirle que Windows 13 saldría ese mismo año.


KDE combate la contaminación tecnológica con su proyecto KDE Eco. No solo reducen la huella de carbono del software, sino que también se aseguran de que todo su software funcione en ordenadores de baja potencia y supuestamente obsoletos.

Si te han hecho creer que necesitas un dispositivo nuevo porque una actualización de algún software privativo indeseable impedirá que funcione en el tuyo, piénsalo dos veces. Consulta la campaña End of 10 y descubre cómo tú también puedes combatir la obsolescencia programada.

Dona a KDE y ayuda a una comunidad global a seguir luchando por el medio ambiente… ¡y por tu bolsillo!


Estas historias «teatralizadas» sirven como ejemplos reales de cómo el software privativo (aquel que te restringe tu libertad como usuario de utilizarlo como prefieras) es no solo una cortapisa tecnológica, si no también una manera de hacerte dependiente de sus decisiones comerciales.

Con el software libre, tienes libertad. Y la comunidad de KDE crea un montón de software libre para darte la libertad que mereces. Empezar a utilizar KDE es descubrir un mundo nuevo de aplicaciones útiles y variadas que hacen que puedas utilizar tus equipos con libertad.

Pero para realizar toda esa labor, la comunidad de KDE necesita dinero para sufragar todos los gastos. El software que realizan es libre y gratuito, pero requiere un montón de infraestructura y manos de obra que no lo son.

La meta de donaciones era de 50K, y en dos semans ya ha sido sobrepasada y se acerca al ambiciosa meta de 75K.

¿Ya has donado a la comunidad que crea tu entorno de escritorio favorito? No lo pienses más y colabora con la cantidad que desees, y haz que estas historias de miedo se conviertan solo en ficción… aunque hay muchas otras amenazas ahí fuera…

Se lee el texto: Únete al juego ¡Colabora con KDE! y la mascota de KDE que es un simpático dragón verde corriendo sobre un fondo azul con unas esferas azules.